LA SANGRE Y EL AGUA QUE NOS VIVIFICAN

Reflexión del 11 de abril
Este segundo domingo del Tiempo Pascual fue designado “Domingo de la Divina Misericordia” por el Papa san Juan Pablo II, en el año 2000, durante la canonización de santa Faustina Kowalska.
✹ Estamos dentro de la Cincuentena pascual, alegres por la Resurrección del Señor, pero nada obsta para reconocer que la obra salvífica de Jesucristo proviene de la Misericordia de Dios.
✹ El Catecismo de la Iglesia católica, en su número 1225, nos dice: “La sangre y el agua que brotaron del costado traspasado de Jesús crucificado (cfr. Jn 19, 34) son figuras del Bautismo y de la Eucaristía, sacramentos de la vida nueva (cfr. 1 Jn 5, 6-8): desde entonces, es posible ‘nacer del agua y del Espíritu’ para entrar en el Reino de Dios (Jn 3, 5)”.
✹ En la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor se derramó su Misericordia sobre la humanidad. Cantemos, llenos de gozo:
“La misericordia del Señor es eterna. Aleluya”.
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